Un original deficiente

No lo pensé, directamente fui impulsiva… y así terminé

19.12.09

Okay, tal vez mi viejo tenga razón cuando dice que no tengo solución, que soy un desastre, y sus derivados. Pensar que hace apenas unos días mi vida iba bien, y ahora me estoy cayendo a pedazos.

Después de ese beso, Fede se fue. Literalmente se fue, gritándome algo como: ‘No aguanto esto, no lo aguanto más’. No sé cuanto es verdad, o cuanto es mentira, pero en este momento tiene en su nick: C ♥. Prefiero no indagar… prefiero que el esté bien. En cuanto a Lautaro, me di vuelta y ya no estaba más.

Mis ojos no querían, pero vieron el vacío. Ninguno de mis dos pilares estaban, los dos se habían ido, ninguno me había elegido. Lamentablemente entendí tarde que en la guerra y en el amor se vale todo, y acá se valió que yo soñara con cosas que no eran… imaginarme una luchadora, y llegar a pensar que podría llegar a tomarme el tiempo para elegir entre los dos. Ahora lo pienso con más claridad: ¿Acaso pensaba que me iban a esperar ellos dos? Y la clara respuesta es no, porque siguieron sus caminos… y yo tengo que seguir el mío.

Lamentablemente, antes de seguir el mío, tendría que llenarme de valor porque mi viejo acaba de tocar la puerta, y debe querer hablar de lo de anoche.

- Yo no te entiendo Mora, no te entiendo. No sé si soy yo el que estoy haciendo las cosas mal, o qué. Pero no te entiendo. No entiendo porque las notas del colegio bajaron, – vale aclarar que baje del 9, 8 al 6 – no entiendo porque ayer llegaste a las ocho de la mañana, no entiendo como no me pediste perdón por lo menos. No te entiendo. Y tal vez no te quiero entender Mora, te estás convirtiendo en un dolor de cabeza constante, y esto no puede seguir así… me estás desilusionando

Lo último lo hizo resonar en las paredes de mi corazón. La palabra ‘desilusión’ me llegaba de una manera muy especial. ¿Por qué lo tengo que desilusionar? ¿Por qué no me pongo un poco las pilas? Con esa frase cerró la puerta, creo que la quería hacer giratoria.

A veces pienso en el punto de inflexión, donde todo empezó a ser una cagada. ¿Qué hice mal? Me enamoré, demasiado rápido. No lo pensé, directamente fui impulsiva… y así terminé. Todas las cosas se desmoronan por culpa de un ser que ni siquiera merece mis lágrimas. La única verdad es que la que merece sus fracasos, soy yo.

Pero tenía que cambiar, tenía que hacer algo para cambiar. Tal vez cortarme el pelo, tal vez internarme en una iglesia, tal vez cortarme las venas hasta desangrarme. Pero a decir verdad, ninguna me llamaba mucho la atención. Entonces decidí anotar un par de ideas en mi cuaderno, y las metas de mis próximos días son:

- No dar señales de vida a la gente del colegio, salvo a mis amigas. La ‘gente del colegio’ incluye a Lautaro y a Federico.
- Tratar de no pensar en un amor que no sea platónico. En platónico están permitidos Orlando Bloom y Brad Pitt.
- Andar en rollers por el pasillo que conecta a todos los vecinos. (vivo en una casa tipo salchicha, y como estoy en el micro-centro y no hay muchas plazas para andar en rollers tranquila, decidí ir de punta a punta del pasillo andando en rollers)
- Empezar una dieta que excluya a los hombres y a sus malditos y sabrosos besos.
- Concentrarme en los estudios.
- Tratar de mejorar la relación con mi viejo.
- Molestar a mi hermano.


No sé si son ideas locas, pero traté de anotarlas para que mañana a la mañana me acuerde. Porque es tremendo cambio, ya estoy ansiosa por empezar. Quiero que todo mejore, quiero salir de este pozo.

A la mañana me levanté más temprano e hice el desayuno para mi papá. Obviamente, solo se digno a decir un ‘Gracias’ desganado, mientras agarraba el saco que estaba colgando del perchero, y como siempre dijo: ‘Estoy llegando tarde. Levantá a tu hermano y dale de desayunar que tiene futbol’. El problema fue cuando entró devuelta y me dijo: ‘Hoy tiene partido. Tenés que estar ahí para él porque yo no voy. Llamá a una amiga o bancátela sola, o mejor, lleva libros y estudia. Chau Mora’.

Empezamos mal el plan, no puedo andar en rollers y a mi viejo le importó poco y nada el desayuno que le preparé.

Fui a despertarlo. Obviamente, no se quería despertar. Le grité muchas, pero muchas veces, y por fin se despertó.

- Pelotudo, tenés partido de fútbol y te tengo que acompañar. Cambiate dale, te espero en la puerta
- ¡Para! – me grita antes de que me vaya – no viene papá, ¿No?
- No Dante, no viene

Y mientras me iba, vi su carita de desilusión. Pobre, para el esto era algo importante. Le estoy viendo un costado humano a mi hermano y eso es grave… pero su mueca tiene razón. Desde que murió mamá, mi viejo se encierra en el trabajo. Por suerte, mi infancia la pasé con un padre que venía a los actos, y hasta actuaba. Y ahora ni aparece. Y es una mierda para Dante. Tal vez, yo asumía que no tenía nada en la cabeza, porque nunca me puse a pensar que le falta una mamá, que el papá no existe prácticamente, y el único ser de la casa que lo puede ayudar esta ausente.

Tuve que esperar quince minutos, eso es bueno de los hombres: se cambian y arreglan a la velocidad de la luz.

- ¿Emocionado?
- Mira, no sé si papá te dio plata para que hagas que te interesa lo que yo hago, pero me parece que si es así, deja de caretearla porque no me interesa tu cariño
- Papá no me pago, me interesa saber como te sentís
- Claro, vengo jugando hace cinco años ¿Y vos ahora te sentís interesada? Por favor Mora
- Para para, no te la agarres conmigo. Si papá no vino no es mi culpa, estoy acá haciéndote el aguante
- ¿Sabés que me pasa? No necesito tu aguante. Y lo de papá es rutinario… se nota que no sabés nada de mi vida
- Bueno, mira pendejo, estoy haciendote el aguante así que bancatela porque tenés de Mora para rato. Ahora subite al bondi, dale


El viaje fue puro silencio. Tal vez comentamos algo del clima o de la poca gente que había en la calle, pero nunca hablamos. A decir verdad, nunca hablamos de las cosas que tendríamos que hablar… no parecemos hermanos ahora que lo pienso. Bajamos del bondi, entramos juntos al club y me dijo que me quedara en las gradas… y ahí me quedé.

Registré el campo en donde estaba jugando: no había chicos de mi edad, por lo menos no a mi vista y eso era bueno para mi dieta. Me enchufé el mp3 y vi como Dante corría. Realmente, el era bueno en algo. ¿Y yo? Yo, nunca en nada.

Metió dos goles, y el último vino y me dijo que me lo dedicaba a mí. Me gustaba verlo bien. Después del partido se fueron al tercer tiempo, y yo me quedé escuchando música en las gradas, esperándolo. De repente me toca el hombro un chico de unos veinte años. Me sorprendí. Todo venía bien, mi dieta estaba en perfecto estado, hasta que llegó este chico y me movió la estantería.

- Vos sos la hermana de Dante, ¿No? – ¡Me conocía! ¡Me conocía! ¿Cómo me conocía?
- Exactamente. ¿Y vos sos…?
- Yo soy el entrenador de Dante
- Ah, mucho gusto
- El gusto es mío. Realmente Dante nunca había jugado tan bien como este partido. Es la primera vez desde la muerte de tu madre que mete goles. Se ve que tu presencia el hizo bien
- ¡Que copado! Gracias por avisarme. Voy a venir más seguido – ‘Para verte a vos, obvio’ pensé por dentro
- Buenísimo. Escuchame, ¿Comiste algo? Los chicos están en el tercer tiempo y seguramente sobró algo de pizza. ¿Querés?
- Ehm… - Mi corazón decía ‘¡Si, si, si!’, pero mi cabeza decía ‘¡Ni lo intentes!’ – Mejor lo dejamos para otra oportunidad, ¿Dale?
- Si, dale, no hay problema. Un beso, gracias por venir
- No, de nada. Otro


Okay, pude superar al primer encuentro cercano con un macho alfa y con la gratitud de una pizza del tercer tiempo… tan características por su ricura. Cinco minutos después llegó Dante y me dijo que nos fuéramos. Mientras estábamos caminando, debajo de la lluvia, a la parada del bondi, una bocina nos sorprendió y Dante dijo: ‘Es mi entrenador, es mi entrenador’. ¿Casualidad? Tal vez. Lo dejé ir a saludarlo y cuando volvió me dijo que nos quería llevar a casa. Yo encantada, pero por otra parte enojada con mi suerte porque cuanto más trato de avanzar, más me retrocede.

- Vení, sentate adelante – con su cara de semental me abrió la puerta y me agarró la mano, ayudándome a saltar el charco que dividía mi presente a mi posible futuro
- Gracias por llevarnos, de verdad, no te tenías que molestar
- Estaba lloviendo, ¿Cómo iba a dejar que se moje mi jugador estrella? – Dante sonrió
- Jajaja, bueno, muchísimas gracias igual
- No me agradezcas, yo aprovecho mis oportunidades – la última parte me la susurró al oído, como haciéndome recordar el momento en esas gradas, cuando le dije que la pizza la dejábamos para otro momento

0 personas comentaron:

Publicar un comentario